Se abre en mí ese portal infinito y comienzan a fluir, como lluvia en la mañana, las tan buscadas palabras. Que me abandonen los vacíos, pues lejos quiero estar de ellos. Y si me he llenado de sonidos es porque me agoté de silencios. Y si me reciben alegres las palabras, será porque ahora mis mañanas tienen la sonrisa abierta y el aroma a noche de verano.
Aparece un viento orgulloso, convirtiéndose en sudestada que se llevará todo lo que antes mal me inspiraba. Y has resuelto instalarte en esta alma que tantos huracanes ha soportado, que tan llena de oscuros senderos se encontraba.
Abro entonces la ventana para permitir entrar al sol que tú me ofreces, y los ojos se me cierran, pues tanta luz me ha deslumbrado.
Es que tus palabras me consienten como a un niño enternecido y tus manos me empujan a territorio celestial. Y si sigo aquí es porque de todo esto he aprendido, y sé ahora que vale la pena aguardar, que el invierno no es tan frío y que tus manos se hicieron mi abrigo. Y porque cada vez que el ritmo se acelera, el aire se hace dulce y el tiempo se enlentece, el sol cae más suave, y luego estás tú. Y más tarde yo, y mi nuevo papel en blanco, listo para convertirse en palabras.
P&L-
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