Perdóname, no puedo hablar más alto.
Te ruego que acerques tu oído a mi boca, por lejos que estes de mí, ahora o siempre. De otro modo, no puedo hacerme entender por tí. Y aunque te avengas a satisfacer mi ruego quedarán bastantes secretos que tendrás que desvelar por tu cuenta. Necesito tu voz donde la mía falla.
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