Soñadores trepando nubes

jueves, 9 de abril de 2009


Entonces ella no sabía en dónde se encontraba, pero decidió buscar una nube para sentarse. Escuchaba el rumor de un suspiro, pero el viento se lo llevó como algo repentino. Estaba tan cansada de caminar, y de que nadie la escuchara. Estaba tan cansada de soñar y de no lograr nada. Se para, y acerca a un espejo que flota en medio del cielo, observa su rostro que oculta las cicatrices de palabras que dolieron, le gustaría tener un antifaz para simular que se esconde del mundo, detrás de las nubes.
Hola forastero, en dónde te habías escondido todo este tiempo? Te estaba esperando, pero supuse que ya te habías olvidado de lo que era una sonrisa de verdad.
Sube las escaleras y se amarra de las agujas del reloj para no caerse al vacio. Las frases en las paredes le hacen recordar que el tiempo no le es ajeno y que el trabajo no siempre aflige. Y cuál es el problema si no quiere ser una supermodelo, si no precisa de un vestido y de un hombre para sentirse mujer y si puede hallar o no la diferencia entre el cielo y el infierno. Le molesta que prefieran callar cuando aparece un tabú. Prefiere sentarse sola, y mirar por la ventanilla.
Escucha el sonido de sus propios pasos al caminar, retumban en el eco del lugar. Qué disculpe el mundo si le molesta la forma en la que habla, la manera en la que mezcla las palabras, cómo camina y se mueve, como se escucha cuando escribe.
Se llena de excesos y de personas que le revolucionan la existencia. Pero siempre hay permanencias. Le gusta y no hablar de eso. Odia a la gente que se cree que juega en solitario.
Siente el frío deslizandose entre su pelo. Escucha como el viento le susurra agitado que es hora de volver. Despierta pequeña.

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