Soñadores trepando nubes

jueves, 19 de agosto de 2010


Querer luces, y ver luces, y soñar cuadras y soñar cristales rotos y faroles carmesí. Y ver el pañuelo salir volando mientras la tinta cae en la sábana que fue del juez que no logró salir de pie del bar en el que estaba su mujer abrazada del vecino que era el dueño del local de la vuelta de bar el que vendía muñecas fabricadas por la mujer del dueño, hasta que la mujer lo dejó por el capitán famoso, el que nunca se estancaba más de dos semanas, el que tenía una en cada puerto, pero decidió quedarse con la joya más bella. La primera captura había sido una india huérfana, nieta de los árboles y sobrina del viento, con ojos de leopardo y alas de ángel. Ella era la que luego de aburrirse del capitán, fue a luchar por los derechos de los suyos, y terminó siendo quemada en una hoguera en un pueblo cerca de San Juan, lejos de donde tantos años antes habían muerto todos los suyos. Dejó en la tierra 5 hijos varones, dos fuertes muchachos de ojos pardos, tres indios color amazonas. Uno de ellos escritor de canciones de cuna en lenguajes del silencio. Otro lector de futuros en manos de mujeres de mucha gala, que tras mucho luchar, logró desposar a una gitana que había sido robada al nacer, pero que había nacido en realidad en la cuna de oro de una rica familia aristócrata. Tuvo como parientes entonces siempre personajes inigualables y sorprendentes, loros incansables, leones de circo y maestras caídas en malos hábitos. Tuvo como amantes, hombres dueños de ojos como el cielo y piel curtida por el sol y la sal, mujeres castigadas por el tiempo y almas rotas buscando una salida. Tuvo como regalos una brújula partida, un reloj sin agujas y un cuaderno sin hojas. Tuvo como suerte, ojos negros que nadie pudo descifrar, manos gentiles para siempre poder caricias brindar y un alma libre y de corazón usurero que le permitió ver montañas en donde otros veían simplemente arena.

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